El ego, el autoaferramiento propio, es una enfermedad.
 
Y mientras no entendamos que es una enfermedad, seguiremos estando enfermos.
 
El ego es como un virus informático: En última instancia no es más que un montón de 

ceros y unos,

al igual que cualquier programa. Sólo que este daña al sistema operativo e incluso al 

hardware del equipo.
 
El ego es una entidad virtual, cuyos efectos destructivos son sumamente reales. 

Puede convertir a una preciosa criatura humana en un horrible monstruo.

 
El ego es una entidad virtual, y por naturaleza es inteligente, es capaz de establecer 

mecanismos de defensas muy variados, reproducirse, y hasta mimetizarse para 

asegurar su permanencia. 


No se va a entregar sin luchar, y esta lucha a veces es silenciosa y otras veces muy 

ruidosa.
 
Uno que ha despertado puede decir que el ego no existe, pero no existe sólo para el 

que ha despertado, cuando alguien que no ha despertado dice que el ego no existe 

ha caído en una trampa que su propio ego le ha tendido para protegerse.

 
El ego existe, aunque no tiene realidad, no es el origen de samsara, sino sólo un 

producto de la ignorancia. El ego no crea a samsara: Lo sufre, y encadena a las 

criaturas humanas a un sufrimiento sin fin.

 
Ayer estaba hablando con un muchacho. En todos los campos de su vida, podría 

decirse que ha  fracasado, y aún así su ego sigue intacto, no se rinde. Su arrogancia 

es irracional, y carece por  entero de fundamento. Eso me llevó a reflexionar: 


Uno podría llegar a pensar que cuando las cosas van mal, es fácil deshacerse del ego.

Porque uno comprende que la mayor parte de los problemas han sido creados por 

nuestras actitudes egoistas. Pero no siempre sucede así, a veces ocurre que ante 

la pérdida de todo, la persona se aferra desesperadamente a su sensación de valía. 


Y por este  aferramiento, el sistema no es capaz de desplegar su propia naturaleza 

pura.

 
Me decía el muchacho, que luego de que lo echaran de su casa, porque no lo 

soportaron más,  fue a un bar, pidió una cerveza, abordó a una muchacha, se tomó un

par de fotos con ella, esta le dio su numero de teléfono, y luego se fue a caminar y a 

caminar, hasta encontrar un árbol debajo del cual durmió, mientras unos indigentes 

amablemente le extendían un cartón. 

 
Y él narraba la historia diciendo: Ves, que soy atractivo y simpático? La chica me dio 

su teléfono, no debo ser tan malo después de todo.... 
 
Esa era la parte de la historia en la que se fijó...No en la destrucción de sus vínculos 

familiares, no en el hecho de no tener hogar... Se fijó en que la muchacha lo miró, y

eso significa que es atractivo, agradable, etc 

 
Ahí está su ego, atendiendo a sus propios deseos, y olvidándose de lo demás. 
 
Ahí está el ego, buscando justificación para sus actos. Para qué debo cambiar, si yo 

me gusto así, que más da si hago daño a mi y a los otros?

 
El ego es una enfermedad, y hasta que no se asuma como enfermedad, no hay 

posibilidades de sanación.

 
El dharma es el camino, el darse cuenta es la puerta.

 
   

 Khail